¿NUESTRO HOGAR, PARAISO O INFIERNO EN TIEMPO DEL CORONAVIRUS?

11
Abr 2020

Es “común” escuchar a padres, madres, esposas, esposos, abuelos, abuelas, inclusive hijos e hijas, expresiones como las siguientes: “en la casa solo hay problemas” o “mi casa es un infierno” o “ya no aguanto estar en casa” exclamadas o sentidas cuando se presentan situaciones que sobrepasan su capacidad de respuesta o entendimiento.

En la actual coyuntura del coronavirus, probablemente las causas de estas expresiones siguen vigentes y ahora se adicione un nuevo elemento estresor: el COVID-19, cuyas medidas de prevención emitidas por la OMS indican cambios sociales, de comportamiento y de relaciones como son: el distanciamiento social,  quedarse en casa y salir solo por lo indispensable, el trabajar desde casa _para los afortunados/as_ o quedarse desempleado/a por las características de la empresa o empleador, a fin de asegurar la propia salud y la del entorno.

Con este nuevo escenario, ¿qué pasa ahora con los miembros de la familia, donde sus integrantes prolongan su permanencia y convivencia en el mismo lugar que consideran un problema o infierno? para vos padre, madre, esposa, esposo y cualquier persona que ocupe estas responsabilidades comparto esta reflexión.

El hogar es la suma de sus integrantes que unidos/as construyen afectiva, espiritual, social y físicamente un lugar de protección, de descanso y energización, de felicidad y enseñanza de buenas prácticas de vida, haciendo resiliencia de los factores internos o externos que inciden, ensayo-error.

En este tiempo de tribulación el ancho de la visión tiende a reducirse y concentrarse solo en lo que inquieta y desmotiva llevando a sentimientos depresivos que afectan el cuerpo físico; los pensamientos se conectan en las dificultades y se vuelven repetitivas dañando a la mente y emociones, y las acciones y reacciones se conjugan entre el miedo y la incertidumbre afectando a uno mismo y el entorno.  Todo ello se llega a concentrar en un espacio físico y emocional llamado HOGAR, multiplicado por tres, por cuatro, por siete o más miembros que conforman la familia.

¿Qué hacer frente a este panorama?

A llamar cada cosa por su propio nombre y como todo es energía, utilizarla sabiamente, sin entrar en negación de la realidad, pero si gestionando aquello que pueda causar daño o incomodidad. Haciendo resiliencia y creer en ese poder superior, universal, espiritual que en la Tierra tiene diferentes nombres pero que es el UNICO PODER.

En el hogar no hay problemas, hay retos, tareas por hacer, enfermos que atender, abuelitos que cuidar, abusos que corregir, relaciones que mejorar.  Puede haber falta de comunicación, de comprensión, respeto y entendimiento, al tener claro lo que falta o excede se atiende de acuerdo con las capacidades de los y las interesados/as. Asumiendo responsabilidades y no culpabilidades, esto último frena el cambio.

La casa no es el hogar, es parte de éste. Podrás tener la casa más lujosa, ubicarte en los residenciales más cotizados o estar en viviendas de carácter social, barrios, repartos o en un asentamiento, pero tu hogar será aquello que construyas con los pilares del amor, la seguridad, la protección, la naturaleza y el suministro. Rodéate de plantas, colores, música, espacio de conversación y amenidad, aunque las áreas sean reducidas o las mismas. Si tienes una casa de uno o dos cuartos, transforma los espacios, mueve los muebles y lo que en la noche es el dormitorio en el día que sea una sala para ver TV, si tienes patio cuida tus plantas, disfruta las tardes en lo fresco, siembra más obviamente priorizando el agua para tu consumo, aseo y limpieza.  La privacidad y soledad es otra forma de disfrutar el hogar, respeto para quienes lo deseen. Sin que esto exceda porque ya se trata de otro comportamiento.

Cuando tienes familia, el hogar no eres tu, está formado por cada una de las personas que viven en éste y cada uno representa un rol, una función.  Los padres/madres tienen un valioso rol desde su posición de poder enseñando con el ejemplo, el amor, la comprensión, la disciplina, la fortaleza y el concepto de hogar y familia. Hoy más que nunca la necesidad de afecto y comprensión son requeridas ante la incertidumbre y el temor. Los/las hijos/as necesitan acompañamiento, pueden jugar cambio de roles por un día, una tarde, observen lo que los hijos reflejan de ustedes en este juego.

El hogar será el infierno o paraíso que decidas, tu resuelves convertirlo en un remanso de paz y bienestar en tu vida y la de tu familia o seguir haciendo más de lo mismo. El tiempo es ahora no después.  Son las pequeñas acciones las que producen los grandes cambios.

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SOBRE EL AUTOR

Erika Fricke
En 2012 fue certificada como Terapeuta de Masajes Ayurvédicos con el Dr. M. Hettige, Director del “Deegayu International Institute of Ayurveda & Traditional Medicine” de Sri Lanka. Al regresar a Nicaragua fundó el primer centro de masajes ayurvédicos del país.

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